por Joseph Bayly | 15 de septiembre de 2015 | Out of Our Minds |

“¿El negro?” Me reí.

Estaba en el medio de la selva etíope. Aparte del misionero que me había llevado hasta allí, era probabemente la única persona blanca en cien kilómetros. Indudablemente, todos los demás en la pequeña aldea cristiana de unas cuarenta casas, eran negros. ¿Y él quería saber si había conocido al “hombre negro”? Señalé mi piel y luego la suya. Riendo, dije: “Tú eres negro”.

“No, él es negro”, dijo, señalando a uno de los pastores agricultores que había caminado durante días para asistir a la clase de estudio del Antiguo Testamento del misionero. Efectivamente, la piel del hombre era mucho más oscura que la de mi nuevo amigo.

Estaba allí para completar nuestra segunda adopción. Nuestro nuevo hijo había sido encontrado dieciocho meses antes, abandonado al borde de la carretera justo después de nacer. El policía que lo recogió lo llamó Sorpresa Encontrado. Nosotros lo llamamos Moisés.

En América, nuestros hijos son considerados negros, incluso si no estuvieran en Etiopía. Y en América, el color de su piel afectará la forma en que son tratados, tal como hubiera pasado en Etiopía. A veces será positivo, pero indudablemente a menudo será negativo. La gente hará suposiciones sobre ellos, algunas verdaderas, algunas falsas, algunas positivas, algunas negativas.

Algunos incluso pensarán que sus vidas no importan. Afortunadamente, la ley ahora refleja la verdad de su humanidad completa. Sí, Moisés sufrirá por el color de su piel, pero ¿quién podría haber predicho el gran cambio completo que Dios realizó en la vida de este huérfano etíope antes de que él tuviera dos años? Algunas personas dicen que mis hijos son afortunados de estar en nuestra familia en lugar de estar atrapados en Etiopía. Yo digo que tuvieron la suerte de ser concebidos en Etiopía en lugar de los Estados Unidos. En Estados Unidos, los niños no deseados, especialmente los niños negros no deseados, son asesinados antes de ver la luz del día. Esta es la razón por la cual la lucha de hoy contra el aborto es una continuación necesaria de la lucha de ayer contra la esclavitud.

Es una lucha contra la deshumanización de cualquiera de los hijos de Dios. Es una lucha para brindar a todos los hombres protección total e igualdad de trato ante la ley. Como padres blancos de niños negros, regularmente tenemos la oportunidad de hablar sobre el racismo y el aborto. La adopción transétnica los humaniza a “ellos”, las personas que pensábamos que no tenían importancia. Le pone una cara a la masa y un nombre a la cara.

No son tejidos indeseados, mejor muertos. Tampoco son matones y traficantes de drogas, mejor muertos. Son mis hijos, y no quiero a la policía hastiada y de gatillo fácil más de lo que quiero a los “doctores” hastiados y de bisturí fácil. La pelea de ayer no ha terminado. Que Dios nos dé ojos para ver Su dignidad en todos los hombres.

ACERCA DEL AUTOR
Joseph Bayly es el pastor fundador de la Iglesia de Cristo en Cincinnati, Ohio, y editor de adquisiciones de Warhorn Books.


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