Publicado por Lucas Weeks | 9 de febrero de 2017 | Sound of Sanity |
Si me vieras cantar durante la alabanza un domingo por la mañana, probablemente me atraparías en cualquier cantidad de poses. A veces canto con entusiasmo, otras veces soy más reservado. A veces, levanto las manos y levanto la cara, y otras veces bajo la cabeza, con los ojos cerrados, en actitud de oración. De vez en cuando me quedo allí, retorciéndome un poco, boquiabierto como un pez.
Por un lado, disfruto estar en medio de la congregación de creyentes que levantan una sola voz para alabar a Dios juntos como un solo pueblo. ¡Qué alegría! Pero, por otro lado, a veces simplemente no tengo ganas de participar. No tengo ganas de seguir a mi pastor de alabanza o no me gusta la canción o me siento perezoso o estoy malhumorado.
Te ha pasado, ¿verdad?
El problema, por supuesto, es que Dios nos ordena levantar una sola voz y alabarlo juntos, y Su mandato incluye todo, desde nuestra postura física hasta nuestra actitud en la adoración. Eso significa que no es una cuestión de lo que quiero hacer o cómo me siento. No puedo ser gobernado por mis sentimientos si quiero ser gobernado por Sus mandamientos.
Pero tenemos una lista interminable de razones por las que simplemente no alabamos alegremente.
Como, por ejemplo, la selección de canciones. Es fácil estar molesto con tu líder de alabanza el domingo por la mañana porque eligió una canción que no te gusta. Eres un sentimental, él escogió un himno teológico cargado, y tú solo quieres decirle a Jesús que lo amas. O eres un pensador y él eligió una canción que repite “Te amo” una y otra vez hasta el cansancio. O te gusta el rock y tu iglesia canta a capella. O viceversa.
Esto, querido lector, es lo que los franceses llaman “tonto”.
Algunas congregaciones usan instrumentos, otras no. Algunas usan amplificación, otras no. Algunas cantan en armonía a 16 voces, algunas cantan al unísono. Si estás en una buena iglesia, donde la palabra de Dios es honrada y predicada, y donde hay verdadera comunión, amor y liderazgo, no seas mezquino con la música.
Puede que no sea de tu preferencia, pero la adoración congregacional no es el momento de preocuparse egoístamente por tus preferencias personales. Es hora de deleitar el unir nuestras voces para alabar a nuestro Dios y Padre.
Queremos una experiencia de adoración que nos satisfaga, pero necesitamos estar dispuestos a ser guiados. Necesitamos entregarnos con alegría a nuestra adoración juntos. Muchas veces oro el sábado por la noche y el domingo por la mañana antes del servicio para que Dios llene nuestros corazones de gozo y alegría.
Tu actitud, al ingresar a la iglesia el domingo por la mañana, no es la responsabilidad de tu líder de alabanza.
¡Es tuya!
Así que, no pongas cara de pescado inquieto y boquiabierto el domingo por la mañana. ¡Canta por la alegría que tienes delante de ti!
ACERCA DEL AUTOR
Lucas Weeks es pastor asistente en la Iglesia Clearnote en Bloomington, Indiana.